sábado, 28 de septiembre de 2013
CLARIN.COM
SUPLEMENTOS VIAJES
Un gigante de hielo que despierta pasiones
POR SILVINA ITURRALDE /
ESPECIAL PARA CLARIN
Desde El Calafate, una excursión al Parque Nacional Los Glaciares. El circuito de las pasarelas, navegación por el Lago Argentino y minitrekking en el Perito Moreno.
Una de las excursiones más solicitadas es la caminata sobre el glaciar Perito Moreno.
29/09/13
Vista desde el aire, la enorme masa de agua turquesa del glaciar Perito Moreno, salpicada por poliformes trozos de hielo blanco, pareciera bautizar una y otra vez con sus colores al lago Argentino. Detrás, la cordillera desborda de nieve.
Ya en tierra, los 30 kilómetros que hay que recorrer para llegar a El Calafate desde el aeropuerto muestran la crudeza de la estepa y la aridez del paisaje de la Cordillera, en el sudoeste de Santa Cruz.
Al ingresar en la ciudad, donde viven unas 15 mil personas, las casas de madera, con techo a dos aguas, coloreadas en estridentes rojos, verdes, anaranjados y amarillos convierten la escena en una postal que contrasta con el blanco de la nieve que cae y se acumula.
Por el Paseo Costero se captura una completa dimensión del pueblo. Más adelante, el camino se transforma en una pendiente en dirección al lago, creando la ilusión de que luego de un gran salto al abismo el visitante descenderá sobre la isla Solitaria, que se parece a un antiguo fuerte, cerca de la orilla. A un costado se ubican la bahía Redonda y la laguna Nimez, que cada invierno expulsan a los flamencos rosados y a los cisnes de cuello negro, con las bajísimas temperaturas de sus aguas, para dar espacio a patinadores amateur y experimentados. En invierno, la superfice congelada se convierte en una extensa pista de patín.
De espaldas al lago, la avenida Libertador en dirección al centro de El Calafate conduce hacia la zona de los bares y restaurantes. Tomar el té en Borges & Alvarez puede ser una placentera aventura. Difícil de encasillar, este espacio es tanto un bar como restaurante y librería.
Rumbo al glaciar
Para llegar al Parque Nacional Los Glaciares hay que recorrer 50 kilómetros por la ruta 11, donde la dura belleza patagónica vuelve a deslumbrar, mientras la estepa, cubierta por abundante nieve blanca, sólo deja ver a la izquierda la Cordillera y, enfrente, cerros más bajos.
Un cartel en el camino señala la cercanía de la estancia La Anita, escenario de la masacre obrera ocurrida en 1921 y narrada por Osvaldo Bayer, décadas después, en “La patagonia trágica”. Escuchar el relato de esa historia provoca tristeza, aunque todo vuelve a su cauce anterior observando el paisaje, que enseguida se convierte en el bosque andino patagónico. Este cambio indica el ingreso al área protegida, zigzagueando entre ñires, lengas, guindos y calafates. Al costado, el brazo Rico del lago Argentino corre junto al camino, impregnando la vista con su coloración turquesa, ahora un tanto lechosa, por la cantidad de témpanos que flotan en su superficie.
Aunque a gran distancia, después de Punta Bandera se alcanza a distinguir la silueta del glaciar Perito Moreno. Desde un mirador, la enorme masa blanca luce de a ratos traslúcida y presentando en otras partes anchas franjas grisáceas, como dibujadas a lápiz.
Ya en el circuito de pasarelas, justo antes del primer balcón, una placa exhibe las líneas que declaran este monumento natural “Patrimonio Mundial de la Humanidad”, reconocimiento que le otorgó la Unesco en 1981. Desde cada mirador surge una nueva perspectiva del glaciar, que impacta con las vetas turquesas que lo atraviesan.
El balcón inferior, a 300 metros de la pared frontal, es un punto estratégico para detenerse y escuchar. Lo que parecen feroces rugidos no son otra cosa que desprendimientos de enormes bloques de hielo, completamente celestes. Primero se escucha el estruendo varias veces, antes de poder captar con los ojos el momento exacto en que los gigantes bloques se desprenden y caen al agua.
Es imperdible la navegación que parte desde Bahía Bajo las Sombras hacia el Perito Moreno. Es una de las mejores formas de aproximarse al gigante de hielo, cuya superficie ronda los 14 mil kilómetros cuadrados y los transforma en el tercer glaciar más grande del mundo. A medida que el barco se acerca, los aventureros aprecian en el hielo tonalidades de un azul casi eléctrico, que no se alcanzan a ver a la distancia; también aumenta el rugido de los desprendimientos.
No menos apasionante es la experiencia del minitrekking con grampones sobre el glaciar. Una vez que descienden del barco en la costa sudoeste de lago Rico, frente a la pared sur del glaciar, se accede a un refugio. Allí, los guías organizan a las personas en grupos e inician una caminata por la orilla del lago, de aproximadamente veinte minutos.
Al poner pie en el glaciar, al filo del hielo, los participantes se colocan los grampones bajo sus calzados y reciben instrucciones sobre cómo desplazarse sobre la superficie congelada. La caminata dura cerca de dos horas, tiempo suficiente para maravillarse con las formaciones que produce el hielo, como grietas, seracs y pequeñas lagunas. El final regala la exuberancia de los bosques magallánicos, que se observan al regresar.
Quienes estudien un mapa u observen la zona desde el aire descubrirán que el lago Argentino constituye la cabeza de un gran pulpo, cuyos tentáculos son sus diferentes brazos. En el extremo de cada uno se ubica un glaciar. Entre otros, el Upsala, el Spegazzini, el Onelli y el Viedma.
Otra excursión muy interesante tiene como punto final la cima del cerro Huyliche, de 850 metros de altura. Se puede llegar en vehículos 4x4 en dirección sur, camino a Chile. La primera parada es Balcón de Calafate, desde donde se distingue la filosa estampa del cerro Fitz Roy, una de las montañas más importantes en materia de andinismo. Al llegar a lo más alto, el viento se torna intenso, aunque no se puede dejar de lado bajarse para avistar con prismáticos las nacientes norte y sur del lago Argentino, el Canal de los Témpanos, el cerro Moreno, la península de Magallanes y el cerro Moyano, un cúmulo de maravillas absolutamente cubiertas de nieve.
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